
El pescado azul se diferencia del blanco por su alto contenido graso (el 10% de grasa, frente al 2% del pescado blanco). Se destaca por el aporte de los ácidos grasos oleico, linoleico (esencial, porque el organismo no lo puede sintetizar y sólo lo obtiene a través de la alimentación) y omega–3. Es este último tipo de ácido graso, favorece la reducción del nivel de colesterol en la sangre.
No obstante, la proporción de ácidos grasos omega-3 depende intrínsecamente de diversos factores que afectan al pescado: la edad y el tamaño (a más edad y peso, mayor proporción de grasa), la época del año de pesca, el medio en el que viven, la temperatura del agua, la alimentación del pez, el estado de desove, y la distancia recorrida antes del desove.